La luna no ilumina es mentira

Porque nací solo, porque cansé de ti, porque tus historias me atormentan, porque cuando yo quiero hablar  me callas, porque  cansé de esperar, porque muero como todos, poco a poco sin avanzar, porque mi vida fue tuya por años, porque no vi mi reflejo por ver el tuyo, por las que dejé pasar por ti, por el temor a la soledad.

"un respiro" 

Cansé de ti, cansé de amar, amar como en las novelas de Venezuela, cansé de esta cuidad, porque nací solo, porque solo voy a morir, morir sin ti es mejor, y no morir por amor, tan cursi no soy, morir de verdad, como mueren los demás, morir ya, porque nací solo y solo debo morir, como mueren todos, como mueren los demás.

Dos Cuadras

La vieja que vende anticuchos, esa la que más que anticuchos vende marihuana a los chibolos del barrio,  estaba en la  esquina de siempre, pude notar que allí estaba por el culazo que se manejaba y la humareda que salía de su parrilla mal curada.  Pero algo tenía esa vieja desmuelada que ya se había comido medio vecindario.

Pasando a la anticuchera vi al carpintero borracho, ese que estafó a mi madre con un ropero que se picó dos meses después y tuvo la desfachatez de seguir cobrando lo que le debíamos. “Maldito viejo hijo de puta  yo estaba chibolo y no pude  sacarte la mierda por estafador” pienso mientras lo veo tirado como un perro sin amo. A veces tengo ganas de empujarlo a la pista, pero pienso que dejarlo vivir esa miserable vida es aún peor, y ver como poco a poco va muriendo o desapareciendo, es la venganza perfecta y sobretodo cuando pide ayuda para pararse cuando esta totalmente tumbado por el agua ardiente y yo me agacho como quien va a darle la mano y le digo mirándolo a los ojos “fuera mierda”  y disfruto ver su expresión al escucharme, su mirada perdida queriendo buscar la mía pero sin conseguirlo y unos hilos de baba colgando de su hocico.

A veces pienso que estos parásitos pirañas disfrazados de  reguetoneros, deberían morir todos, y no uno por uno, si no todos de un porrazo, algo así como en un partido de fútbol, y todo esto pienso mientras camino antes de voltear la esquina, porque volteando la esquina es donde siempre están y lo sé también por el olor a grifa y las risas estupidas de estos estupidos que en su totalidad terminarán muertos o presos. Todos chatos y flacos, con manchas en la cara por la carencia de alguna vitamina, estos mal nutridos, carteristas apestosos con zapatillas Nike, y que usan ropa de negro newyorkino, (que dicho sea de paso a ellos si les queda la ropa), pero a estos enanos malparidos, flacos pelo parao de uñas sucias no les queda, y más bien parecen muñecos de trapo sin gracia.

Ahí esta el huevón que me quiere vender una pagina en su revista que nadie lee y ya no sé como decirle que no me interesa, que a la mitad del planeta tampoco le interesa publicar allí y que pierde su tiempo, que una cosa es ser persistente y otra un tonto que se equivocó de negocio. Se acerca con la cara de hambriento creyendo una vez más que hoy le diré que si, que quiero publicar, que quiero pagarle lo que me pida por publicar. Él espera eso, pero esperará sentado o echado mejor porque ni yo ni nadie en sus cabales va a publicar en esa revista de color pálido y sin vida.

Quince minutos después de ese aburrido monólogo de paporreta,  por fin me liberé de ese vendedor de espacios de papel. Y entro a mi casa, que en realidad no es mi casa, ni de mi madre, ni de nadie. Fueron las dos cuadras más largas de toda mi vida, aggg.


Me taparon la boca

Nunca me ha interesado el fútbol.  He criticado los griteríos y las porras, porque somos tan predecibles, y siempre perdemos  y quedamos descorazonados con la lengua en el culo.
Hoy de regreso a casa, pegado a la ventana y leyendo un libro, pasó algo extraño. Estaba jugando Perú y para variar no me interesó casi nada, pero mientras avanzaban los minutos escuche que el locutor gritaba gol y pensé que no era de Perú, pero no pregunté porque no quería ser como esos que te hablan sin conocerte, y todo porque ganó Perú, así que espere que el locutor de la radio deje de gritar frases románticas, se calme y comente algo coherente. Finalmente me enteré que Perú había metido gol y bueno, era solo un gol, así que  todavía teníamos tiempo para perder, como siempre.

Seguí sumergido en le libro y, minutos después el locutor gritón y romántico y recontra patriota  empezó a lloriquear Gooolll, y nuevamente gol de Perú. No advertí en que momento Venezuela ya había metido un gol, solo escuchaba los gritos y ya sabia que era Perú, trate de continuar leyendo pero no podía concentrarme, hasta que por fin agarre el hilo y justo en ese momento el locutor volvió a gritar  gol y la verdad lo único que hice fue reír y sentirme un poquito orgulloso y como si fuera poco metieron el  otro gol  y  ahí si grité: “vamos carajo” 

Nunca me gustó el futbol, y sigo pensando que el estadio nacional podría ser un gran mercado de frutas, pero hoy sentí lo que sienten otros, esos a los que critico siempre.

 Sentí que cuando el Perú gana en voley un dia y al otro en fútbol,  es una buena razón para abrazar al otro pelotudo que esta a tu lado, así no lo conozcas.

Asi que hoy me meto la lengua al culo. ¡Viva el Perú Carajo!

Sebastian se llamába pero le decian “culebra” 1 parte

Sebastian se llamába pero le decian “culebra”, era un don nadie, un cero a la izquierda, un parasito que a duras penas levitaba por las calles del barrio, una casa vacia,  una ficha sin uso.
El culebra vivió (si a eso se le puede llamar vivir),  toda su puta vida de la misericordia de los vecinos; no tenia donde dormir, y lo hacia en el jardín de una casa vieja, casa de una vieja, que de lasitud  lo dejó dormir allí, porque intentó por todos los medios de echarlo, pero el culebra volvía como garrapata, ni el agua caliente lo ahuyentó. 

Habiendo logrado ser ya, la mascota del barrio, nunca le faltó un plato de comida, se ganaba algunos centavos limpiando carros y haciendo favores. El culebra parecia maleante pero no lo era, era fumón, conchudo, ocioso, pero no un maleante.

Una de las tantas mañanas en las que el culebra estaba en la puerta del mercado esperando que ganarse, una moneda o una fruta, recibió una buena propina, quizás la mejor en toda su vida, culebra no lo podía creer.  Culebra decidió invertir - el 40% para la fumar en la noche – pensó, segundos después se arrepintió  –que sean 60 mejor-

Hechas las sumas y las restas, culebra se aproximó a un kiosco a “leer” los periódicos (es decir a ver las fotos de las malcriadas), rascándose los huevos y oliéndose la mano (su pasatiempo favorito), vio en el  piso un cupón de esos que regalan en los grifos por consumo, y no le hubiera llamado la atención de no haber sido porque parecía un billete de 10 soles, cuando lo vio de cerca notó que era solo un papel, pero como tuvo que caminar unos metros, decidió levantarlo, quizás para que su viaje no haya sido en vano, al leerlo, (dicho sea de paso le costo mucho hacerlo, porque este miserable era un perfecto ignorante), se dio con la sorpresa que era un cupón para un auto que se sorteaba ese fin de semana, pero como él mas que nadie sabia que no había nacido para tener suerte, pues no le dio importancia, pero si lo llenó con entusiasmo,  convenciéndose falsamente que ganaría algo, aunque siendo conciente en el fondo que no seria así.

Caminó pocas cuadras rascándose las bolas y oliéndose las manos hacia el grifo, depositó su cupón oloroso a  huevo avinagrado y se retiro a seguir con su rutina diaria, a hueviar duro y esperar la noche de clavos, mixtos y rascadas…