La Opaca

Eran días de descontrol, euforia. Esperanzados en  que nunca termine la diversión, parecía que todos estábamos llenos de energía y de color, sobretodo color, porque me parece  que describe mejor lo que profesábamos, prolongar la diversión.


Tragos, humo, carcajadas socarronas, miradas coquetas, planes ocultos, y de pronto se asoma este personaje salido de una película de terror de los años setenta, una jovenzuela asexuada, desprovista del mas mínimo indicio de seducción, es más, para ella no existe esa palabra, ni el propio sentimiento,  medía (mide), 1.65cm. Aprox.,  su pelo era (es) negro, ni muy largo, ni muy corto, le llegaba (le llega) a la altura del hombro, su rostro era pálido, muy pálido (hoy es cenizo), su mirada sin expresión, era como mirar una pintura antigua, aburrida, sin sentido, sin razón de ser y peor aún, sin ningún valor, vestía (viste) un polo plomo claro, ancho, muy ancho y un buzo plomo rata, de esos que vendían en el mercado, vendían, porque ya no se vende eso, y si alguien lo tiene en venta, debe estar completamente loco.



Sus primeras apariciones eran intrascendentes, era tan insignificante su presencia, que las moscas no alzaban vuelo cuando ella se acercaba, y lógicamente nosotros nunca notamos su decadente andar, su trayectoria estaba fuera del tiempo, del recuerdo, hasta de la propia naturaleza, estoy casi seguro que si ella hubiera usado un reloj de pulsera, este se habría detenido, siendo incluso un reloj a pilas,  podría afirmar hoy, que por sus venas corre arena, arena muy fina y fría, la opaca es gris hoy, la opaca era gris antes, la opaca existe aún, con el mismo buzo y el mismo polo por supuesto, su rostro ya no es pálido, es cenizo y sus ojeras muy profundas, pero un detalle, un nuevo accesorio para el 2011, es un pequeño perrito, una mascota que empieza a perder color, un perrito que ella lleva en sus brazos y cuida tanto, como si dentro de él estuviera su corazón, y hasta su propia alma.

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