El Buen Cortés



El Buen Cortés interpreta bien su personaje, con una nitidez impresionante mientras atiende dolientemente a su verdugo parlanchín.

Caminába por la vereda de todos los días, por la que siempre hay que caminar para esperar el bus. Mientras camino  respirando el aire puramente contaminado, doy una gran inhalada como quien toma fuerzas para empezar el día, cerca al paradero hay una tienda cómoda y acogedora, es necesario entrar para tomar una gaseosa helada, y en botella de vidrio, así sea invierno. Cuando estaba apunto de entrar, mientras pensaba en las cosas que tenía que hacer y planeando minuciosamente mi recorrido con una charla interior impresionante, alguien me palmoteo la espalda y me sacó a sobresalto de mi conversación interior en la que estaba sumergido, como cuando te despiertan bruscamente de un sueño profundo.

Un impertinente personaje al que ya había evitado en otras oportunidades.

-Hola compadre - dijo el impertinente - puta madre- pensé y respondí de inmediato -¿hola loco que tal y?- solté ese saludo sin pensarlo mucho porque esta insertado en mi chip
-acá pues compadre con harta chamba, hemos cerrado un contrato con una nueva empresa, para publicitarlos en la revista, pero es canje, ya que chucha pe, algo es algo- dijo con cara d haber logrado algo importante - Mierda ya me cagué, ¿y mi gaseosa? tamare, habla rápido huevón!!- pensé mientras él hablaba como cotorra - A bacán bacán, y ¿a que se dedica esta empresa?- pregunte con voz gentil, diciéndole lo que el quería escuchar, a pesar que yo sufria en silencio -es un restaurante vegetariano, hacen unos jugos bravazos, almuerzos, cenas, hasta hacen buffet vegetariano, tienen sucursales- dijo,  y a mi que chucha, no sé como van a manejar ese canje, acaso vas a regalar vales a los de la imprenta, a los diseñadores y redactores, los obligaras a comer platillos desabridos, a comer carne de soya. Si son vegetarianos y no comen carne, entonces porque le llaman carne a una masa de soya- pensé esto mientras él me hablaba y en verdad quería decírselo, pero no seria gentil, así que lo escuche aparentando mi interés en el tema, pero mi mente volaba.

¿Como nos sacamos de encima a estos caballeros impertinentes?, ¿Porqué algunas personas sienten que deben contarme toda su vida?.

Esa tarde viajaba en la combi, tratando de encontrar una solución a un problemilla, mirando por la ventana, al menos eso parecía desde afuera. Yo estaba con la mirada congelada, a punto de resolver mi conflicto y un tipo que había estado sentado junto a mi por largo rato, me saludó.

-¿Hola amigo, puedo hablarte un momento?- habló el tipo con cara de gay -Nooooooo- pensé,  No dije nada porque no sabia que decir, porque este impertinente tenia un volumen increíble en su voz y cuando me habló, muchos pasajeros voltearon a mirar. Me preguntó si yo creía en Dios, con esa terrible mirada: la mirada de la razón, de la verdad absoluta, con un libro en la mano, me sirvió una sopa de letras, que me comí sin objetar. 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ano Nimo